No puedes marcharte cómo si tus besos no hubieran destruido la coraza que tenía en contra de amores fugaces, y tus caricias no hubieran hecho temblar cada barrera que tenía contra enamorarme.
No puedes marcharte cómo si no me hubieses roto el corazón, y no hubieses burlado todas las trampas hasta ocupar mi alma.
No, no puedes marcharte. Porque ahora no soy nadie. Te llevaste desde mi corazón hasta mi puñetera razón. Me he quedado sin fuerzas para unir los muros de hierro, creo que los otros eran de cristal, bonitos pero no eran en contra de besos.
Me duele el pecho, resentido tras la derrota de haberte perdido.
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