sábado, 14 de noviembre de 2015

¡Para!

Ayer volví a sentir esa fuerza cálida que activaba en mi interior ese latido ardiente que jugaba a escaparse de mi pecho. Volví a sentir el calor en mi cuerpo, porque me había devuelto a la vida.

Había pasado demasiado tiempo sin sentir ese momento en el que todo se para, todo se evapora y solo estamos ella y yo en un abrazo que todo calma. Cuando nuestros brazos se separan el tiempo vuelve a correr, la gente aparece, me sonríe y una vez más vuelvo a ser feliz.

Se marcha, se aleja de mi por ese pasillo y quiero ir detrás de ella y gritarle que pare. Y mientras lo hace seguir acercándome a ella y juntar mis labios a su oído y susurrarle muy bajito: te quiero.

Pero no lo hago, me quedo ahí, parada, viendo como se aleja con su melena morena. Viendo como se desvancece el tiempo y como se queda en el recuerdo otro abrazo. Ya no alcanzo a verla, pero sigo imaginando el movimiento de sus cabellos mientras se aleja de mi y yo, yo sigo allí parada con el tiempo correr en mi contra.

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