martes, 24 de marzo de 2015

Lluvia.

Frías son las gotas del cielo, hablo de la lluvia que me acompaña en este día de tristeza.
Cálidas son las gotas de mis ojos, hablo de los recuerdos líquidos, los convertidos en lágrimas.
Frías son las gotas que me bañan, que me empapan, que me enfrían.
Cálidas las gotas que resbalan por mis mejillas, que bañan mi rostro y que enfrían mi alma. 
En el jardín de las rosas, todas tan rojas y una tan marchita. Es mi corazón que se ha congelado, se ha marchitado como esa rosa del jardín que un día fue roja y ahora que fue arrancada de su tierra, de mi propio cuerpo, se ha ido congelando y rompiendo. 

Los pétalos agrietados y secos que un día fueron bonitos y rojos, son como los pedazos dañados y estropeados de mi roto corazón. Solo queda el odio reinando en mi interior, solo quedan espinas donde antes hubo un corazón. 
No me pidas que vuelva a florecer, porque esta rosa está marchita. Este corazón está cansado de tanto sentir amor ante ti, y tanto dolor ante las decepciones. 
Unas veces dices que sí y otras que no, cuando dices sí quiero pensar que es cierto, algo en mi interior quiere que sea así pero la lógica y la experiencia me grita que no, que ni hoy ni mañana tampoco. Quiero creer que me equivoco con que el no es la respuesta correcta, pero no se trata de lo que creo se trata de lo que quiero. ¿Y sabes qué es lo que yo más quiero? Está claro que no eres tú, es solo un corazón entero y sin heridas, un corazón que pueda amar sin tonterías, un corazón nuevo para amarme de nuevo.

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