domingo, 16 de agosto de 2015

Lo siento.


Desperdicié mi felicidad, era todo lo que tenía y en silencio me arrepentía de no demostrar todo lo que llevaba dentro. Me arrepentía de no besarte a cada segundo, de no ser esa chica pegajosa que te mereces, de no ser esa que sabe exactamente qué te pasa en cada instante. Me arrepentía de seguir en silencio cuando me decías que me querías y que era lo más importante para ti. Me arrepentía de ser tan fría.

Y como todo tiene que pasar, pasó, fue el fin y no quise que me vieras mal, pero estaba jodidamente destrozada. Me guardé las lágrimas e hice como si no me importase el hecho de que ya no es un nosotros es un tu y yo, pero por separado. Y eso ardía en mi interior, desgarraba mi pecho, y las murallas que habían desaparecido volvieron a crecer como si de hierbas se tratase. Esta vez yo tenía el mejor papel en esta obra y el maquillaje sienta bien si sabes cómo hacer que quede natural, un poco de corrector en las ojeras y una pizca de alegría muy bien fingida, y sería suficiente para que todos creyesen lo bien que no me encontraba.

Pero algo sucedió y entre trago y trago asomó una lágrima, y en ese momento supe que no iba a poder dejar de lamentarme, tenía mucha pena guardada, en realidad no había sido feliz con nada, todo lo había hecho por los demás y yo estaba hundida como el Titanic confesándole a mi mejor amiga que ojalá yo no siguiera con vida. Porque todo era una mierda y jamás nadie me había querido de verdad. 
Entonces, mientras mi amiga me gritaba que dejara de decir tonterías y me abrazaba para ahogar mis lamentos me di cuenta que lo necesitaba, porque yo le quería, le quería de verdad. Volvieron a brotar las lágrimas, y grité que lo necesitaba y que lo echaba de menos, uno de los primeros fallos para que todo se arruinara. 

Cuando me tranquilicé estuve hablando con unas amigas y él apareció, y por una vez, sabía que estaba mal, lo sabía y no iba en mis mejores condiciones, yo le había hecho que estuviese así, él me había oído sollozar. Pero ahora no quería estar con él, necesitaba a otra persona, y por muy raro que parezca ahora solo necesitaba que mi ex ex, que en verdad era un completo idiota, me abrazara fuerte, porque así me sentía segura, entre sus brazos. Y ese fue otro fallo, abrazarle delante de el chico por el que había estado llorando un par de minutos antes. 

Levanté una coraza antes de perderme entre sus besos y su aroma varonil, pero de poco sirvió. Porque una vez más volví a encontrar la paz entre sus labios y sus falsos te quiero. ¿Sabéis eso que dicen de: lo malo no es tropezarse con una piedra, lo malo es encariñarse de ella? Pues eso me había pasado a mi, que ese error era en el que siempre caía, en el de volver a perderme entre su piel. 
Y ese era otro fallo, ya van tres en una noche, soy insuperable en esto de cagarla a tope. 

El día siguiente transcurrió un poco tenso, pero con normalidad hasta que calló la noche y tuve que poner las cosas sobre la mesa, y joder, que mal lo hice, esa risa tonta me invadió y acabé por cagarla más que nunca. Ahora todos me odiaban, había conseguido volver al principio, a mi oscuro pasado y como dolía verte sola, otra vez. 

Solo me queda algo que decir, que no es agradable hacer lo que hice y que lamento cada segundo de mi existencia desde que esa noche pasó. No sé qué pasó por mi puto cerebro para que hiciera eso. 

Creo que con dos palabras no se puede arreglar todo, pero más vale dichas que guardadas. 


LO SIENTO.



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